A lo largo del día estamos enfrentados a numerosos problemas (laborales, estudiantiles, familiares, de pareja, etc.), y solo necesitamos explotar nuestros recursos para hacerle frente a ellos. Sin embargo existen ocasiones en que no logramos identificar aquellos recursos que nos permitan hacerle frente a las dificultades, en ese momento es recomendable acudir a terapia y así tratar de evitar un incremento del malestar y el sufrimiento.
Luego de haber realizado una primera conversación para concretar una cita, tendremos una primera entrevista para que podamos conversar sobre aquellos problemas que te ocupan. En esta primera cita se explicará el encuadre terapéutico (en qué consistirá, duración, número de sesiones, periodicidad, aranceles), y juntos acordaremos una fecha para comenzar con el proceso de evaluación.
En las primeras sesiones se establece una frecuencia más alta (semanal o quincenal) y una vez iniciado el proceso de cambios, las sesiones se distanciarán, pasando a la fase de seguimiento (mensual, bimensual) y posteriormente al alta clínica.
Los procesos terapéuticos tienen una duración muy variable, ya que se van adaptando a la situación de cada paciente. Una terapia individual para trabajar problemas de ansiedad, por ejemplo, podría durar entre 8 y 15 sesiones; para depresiones, la duración puede ser algo mayor, acercándose a los 6 meses o incluso al año de trabajo terapéutico.
En un comienzo es conveniente que se realice una sesión por semana, si bien, conforme el paciente va mostrando adherencia al trabajo y van emergiendo mejoras, se pueden espaciar las sesiones a una frecuencia quincenal o mensual.
La información obtenida en consulta será tratada conforme al secreto profesional y no será comunicada a terceros (a no ser que la persona así lo autorice de forma explícita). Esto incluye a familiares (en caso de mayores de edad).